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Doña Pakyta
Doña Pakyta luchó a través de su labor contra la la explotación urbanística en el Cabo de Gata tratando de revalorizar los espacios naturales con construcciones rehabilitadas, como un cortijo del siglo XVII reconvertido en hotel o potenciando la agricultura y ganadería ecológica con 600 hectáreas de finca y cerca de 1.000 cabras celtibéricas blancas.
Nacida en 1911, cursó sus estudios en el Colegio de la Compañía de María de Almería, y contrajo matrimonio a los 21 años con José González Montoya. Definida como una mujer de carácter animoso, inasequible al desaliento, amante del arte, viajera incansable, y consciente de la singularidad y belleza de la Sierra de Cabo de Gata, pronto toma conciencia de la necesidad de preservarla.
La empresaria dirigió y preservó junto con su marido hasta 1976, fecha en la que él fallece, la conservación del que hoy es el paraje “más emblemático y visitado” del Parque Natural, en torno a la Bahía de San José. Cuando en los años 60 se intentó hacer atravesar por su finca la Autovía del Mediterráneo, el matrimonio González Díaz inició la urbanización ordenada del paraje más desolado de la zona, San José, imponiendo a las ventas limitaciones de edificabilidad y condiciones de protección ambiental.
Desde entonces, a través de sus empresas, Francisca Díaz impulsó este enclave un urbanismo sostenible, respetuoso con el espacio y ejemplar en cuanto al uso de tipologías constructivas acordes con el entorno. Dedicada tradicionalmente a la producción cerealista y ganadera, la finca El Romeral ha acogido a lo largo de su historia proyectos innovadores como la apertura de una fábrica de cuerda de crin vegetal y la creación de una reserva de riego para alimentación del ganado.
En los últimos diez años se han invertido más de nueve millones de euros en la rehabilitación y puesta en valor de antiguas edificaciones de valor histórico y etnográfico. A través de una empresa creada por ella y gestionada por sus familiares, Francisca Díaz impulsaba iniciativas para orientar la reconversión de la finca hacia una oferta turística integrada con las formas de vida tradicionales y la cultura del entorno.
Falleció en su casa de Almería a los 103 años de edad y sus restos mortales descansan en el cementerio del Pozo de los Frailes, en Níjar, junto a varios familiares.
Es emblemática la vivienda que donó al Ayuntamiento de Almería, un chalet de singular estética norteña construido en 1928, para ser convertido en Museo de Arte para la ciudad.